¿Cómo ha cambiado la infancia en los últimos años?
Hoy en día, nuestros hijos tienen más juguetes, tienen acceso a una diversidad de actividades y, para los padres, es más fácil controlar qué hacen en cualquier momento.
Pero, dentro de todo el confort, ¿dónde está el juego libre?
¿Dónde están esos momentos en los que ellos mismos eligen qué quieren hacer, en los que disfrutan de la libertad de empezar y parar cuando quieran, en los que nadie les dirige? Los juegos que ellos mismos eligen con el único fin de disfrutar plenamente de esa actividad son cada vez menos presentes en sus vidas.
Y cuanto más actividades dirigidas, más falta de seguridad y menos autoestima. Cuanto más control sobre lo que hacen, más rebeldía y llamadas de atención. Los peques necesitan decidir, necesitan hacer sus normas, necesitan actuar según sienten y aprender a base de sus fallos.
Y, como os decía en otro post, son nuestros miedos y nuestra ansiedad lo que les impiden disponer del tiempo necesario y poder jugar libremente.
- El miedo por su seguridad y los peligros que hay allí fuera, cuando vivimos en un entorno más seguro que antes.
- El miedo por no estar suficientemente preparados academicamente para el futuro, cuando lo que más importará es una buena autoestima, relaciones sanas con los demás y una fuerza de voluntad de hierro.
- Las actividades dirigidas les harán dependientes de instrucciones y limitarán su creatividad y su potencial.
- Falta de pasar tiempo de calidad con la familia, tiempo en el que se sientan seguros, aceptados y queridos, sea cual sea su comportamiento.
Lo mencionado arriba afecta a nuestros hijos y los efectos secundarios se pueden presentar de varias formas: desde rebeldía o falta de atención esporádica hasta baja autoestima, fracaso escolar, bullying (agresor o víctima), enuresis nocturna y/o diurna y otras enfermedades físicas o patologías psicológicas (ansiedad, depresión, etc.) que al final les hacen sentirse aún peor consigo mismos.
Buscar el equilibrio
Encontrar un equilibrio entre nuestras exigencias y la libertad de elegir de nuestros hijos es muy importante para poder ayudarles a tener una vida sana, tanto físicamente como psicológicamente. Y, en la mayoría de las ocasiones, el mal comportamiento es sólo una llamada de atención para algo que les falta: libertad de decisión, sentirse capaces o sentir el amor incondicional de la familia.
Reflexionemos unos momentos sobre ello y sobre el tiempo que tienen nuestros hijos para hacer ” lo que quieran y cuando les da la gana” :).
Si conseguimos crear un espacio en el que puedan leer, hacer un puzzle, tocar un instrumento, pintar o cualquier actividad que les interese, sin ninguna intervención de los adultos para establecer el orden o el tiempo que se le dedica a cada actividad, les ayudará a sentirse capaces y orgullosos de sí mismos.
Un abrazo!