¿Qué estilo de educación utilizas?
¿Utilizas un estilo democrático o permisivo? ¿Autoritario o indiferente?
Últimamente, muchas familias con hijos pequeños comentan que antes de tomar decisiones importantes para sus hijos, prefieren consultarlo con ellos.
Entre los cuatro estilos educativos, dos de ellos tienen en cuenta la opinión de los niños: el democrático y el permisivo.
¿Qué impacto tiene cada uno en el desarrollo?
Mientras el estilo democrático tiene como resultado una autoestima elevada, buenas habilidades sociales, autocontrol, metas a largo plazo y autonomía, el estilo permisivo logra casi lo contrario: escasas habilidades sociales, poca tolerancia a la frustración, dependencia, falta de responsabilidad e impulsividad. La única diferencia entre los dos estilos son las reglas y los limites establecidos por los adultos y la posibilidad de negociar alguna normas.
La ciencia dice y la práctica demuestra que el desarrollo emocional y cognitivo de los niños hasta 12-14 años, aproximadamente, no les permite pensar en todos los aspectos que hay que tener en cuenta para tomar una decisión. Por eso nos necesitan a nosotros, los padres, para decidir y explicarles el porqué de la elección. “Vas a ir a natación porque el médico lo ha recomendado” “Irás a refuerzo de matemática porque tu profesora considera que lo necesitas” “Vas a …, porque…” Y si después de la primera clase de natación te dice que ya no quiere ir, le recuerdas por qué se ha tomado esa decisión. Con amor y firmeza. Si no hay firmeza y no sabemos transmitir seguridad en nuestras decisiones, nos espera un largo camino de quejas, pataleos y lloreras. ¿Por qué? Porque el niño ya ha visto que dudamos y nos conoce mejor de lo que pensamos. Sabe que allí hay una posibilidad de que consiga lo que quiere, tiene mucha más energía que nosotros y la va a utilizar para que cedemos.
Y si después de cinco clases te hace un comentario para no ir, le puedes decir que vas a hablar con el instructor y le vas a preguntar cómo le ve.
Cambiar de actividad cada vez que tu hijo lo solicita, le hace ver que no defendemos nuestra decisión y, a la vez, le crea mucha inseguridad en nosotros, los adultos que estamos a cargo de su educación.
Es muy importante entender por qué nuestros hijos quieren cambiar algo que se ha decidido por su bien. Hay que escucharles, hablar con la persona responsable de la actividad para entender qué pasa y qué hay detrás de un “no quiero seguir”. Puede ser que le cueste seguir unas normas, que no le guste un compañero, que prefiere quedarse en casa jugando, etc. Cada una de las posibles razones es una buena oportunidad para ayudarles a entenderse a sí mismos y a los demás y ofrecerles herramientas para estar bien.
Todos queremos lo mejor para nuestros hijos pero a veces no sabemos cuál es el límite entre las decisiones que toman de manera exclusiva los adultos y en cuáles podemos dejar opinar y tener en cuenta la opinión de nuestros hijos.
Por otro lado, un niño no puede decidir sobre algo que no conoce. Si tú consideras que le vendría bien trabajar más la paciencia, la atención y la creatividad puedes pensar que costura le ayudaría en las tres cosas. Si le preguntas qué le parece si le apuntas a costura y nunca lo ha hecho, lo más probable es que te diga que no.
¿Tienes en cuenta su respuesta o sigues con tu decisión?
Si aceptas su no como decisión final, por un lado, pierde la oportunidad de aprender algo nuevo y por otro, quizás no pueda mejorar las habilidades que consideras necesarias. No estamos hablando de obligar, sino de ofrecer la posibilidad de mejorar aptitudes y ampliar conocimientos. Si tú muestras entusiasmo por algo, es más probable que tu hijo se contagie y quiera probarlo (si confía en tus decisiones). Si transmites la información dudando, lo sentirá y terminará teniendo dudas igualmente.
Si quieres educar de una manera democrática, recuerda que este estilo requiere un elevado control sobre los hijos para conseguir un buen desarrollo. Es necesario ayudarles a interiorizar de manera progresiva las normas, valores y pautas de comportamiento y utilizar el diálogo y el razonamiento para explicar y hacer comprender los motivos de esas normas y exigencias.
Los padres democráticos utilizan límites pero siempre actúan dentro de un contexto de afecto.
Un abrazo y un “te quiero pero seguiremos yendo a natación porque es por tu bien y, si lo necesitas, te lo vuelvo a explicar” hará que tu hijo se sienta querido, protegido y con mucha confianza en tus decisiones y tus consejos.
P.S. Las decisiones hay que tomarlas de manera respetuosa y teniendo en cuenta las necesidades y el bienestar del niño en cada momento ya que a veces nos cuesta actualizarnos según sus avances :).
Si os interesa ampliar la información sobre los estilos educativos, la Asociación Estadounidense de Psicología los explica muy bien. https://www.apa.org/act/resources/fact-sheets/parenting-styles