Tus deberes no son míos.
«No le puedo dejar solo porque no estudia nada».
«Si no estoy yo, se queda mirando la hoja sin hacer nada.»
«Sé que sin mí no termina esta tarde.»
«Como me despiste, va mañana al cole con los deberes sin hacer.»
Y la lista puede continuar. Últimamente, las responsabilidades de los hijos (estudios, deberes, trabajos) han pasado a ser las de sus padres. Repasamos juntos, hacemos los cálculos juntos, estudiamos juntos, lo hacen todo en presencia de un adulto que quiere ayudar. Porque todos tenemos claro que las intenciones son buenas pero el resultado final a medio y largo plazo no lo es para nada. Y algunos sabemos esto también pero tenemos miedo: miedo a que vaya sin saberse la lección, miedo a que le llamen la atención si no ha hecho los deberes, miedo a que saque notas bajas, etc. Miedos que les transmitimos y les hacemos verse en un espejo que les dice que ellos no pueden hacerlo sin nosotros.
Un pequeño ejemplo:
Si en tu trabajo tendrías a tu jefe todos los días sentado al lado, animándote a trabajar y diciéndote que está allí para ayudarte, sabrías que no confía en que puedes hacerlo solo.
Cada momento que estés al lado de tu hijo para ayudarle, indirectamente le transmite un mensaje: tú no lo puedes hacer sólo y por eso yo estoy aquí. Y es lo que en realidad sientes (con todo tu amor): mi pobre hijo no es capaz de hacer esto solo. Y si tú, su madre o padre, le etiquetas así, se lo va a creer. Y cada vez será menos capaz y más dependiente de tí. Cada día, su bienestar psicológico sufrirá por no sentirse competente, sufrirá por no ser autónomo y, lo más probable, querrá demostrar sus «poderes» con comportamientos negativos.
Puedes ayudar a tu hijo dándole la libertad de encargarse de sus deberes y asegurándole tu apoyo en caso de necesidad. Estés allí (no al lado) para él, pero no lo hagas por él.
Mi realidad
Acabo de hojear el cuaderno de mi hija y me ha emocionado leer cómo se ha sentido ayudada por su madre (ver foto).
Tengo el ejemplo de muchas familias a las que sé que les gustaría vivir lo mismo: no tener que preocuparse por los deberes y tener tiempo para disfrutar de los hijos siendo sus padres, no sus profesores. Os aseguro que se puede conseguir, junto con más tiempo de calidad.
Sé que sus deberes no son míos y que lo que sí me corresponde es quererle, apoyarle, darle besos y abrazos y saber escucharle cuando necesite hablar. Tengo la gran obligación (ésta sí que es mía y la de su padre) de enseñarle a ser una persona empática y respetuosa, de ayudarle a creer en sí misma, de explicarle los límites, de aconsejarle cuando tiene dudas para que pueda decidir SOLA lo que es mejor para ella.
Lo hago porque le quiero y porque sé que en la mayoría del tiempo no estoy a su lado. Y cuanto más le deje equivocarse ahora, más aprenderá para no volver a hacerlo más adelante. Cuanto menos hable por ella ahora, más sabrá defenderse en el futuro. Cuanto menos me encargue de hacer las cosas que son sus tareas, más tiempo tendremos para charlas o para jugar juntas.
No le juzgo, porque me corresponde enseñarle cuando se equivoca.
No le castigo, porque sé que dejará de contarme la verdad.
No le premio, porque el orgullo de hacer las cosas bien es la mejor recompensa.
Le quiero y le guío para que sepa qué camino elegir cuando le tocará viajar sola. Porque a partir de ese momento, yo ya no podré hacer nada más que desear que siga igual de responsable, autónoma y segura de sí misma.
Ahora, mientras tengamos a nuestros hijos al lado, no hay peligro para que fallen y se levanten. Más adelante, cuando tengan que afrontar el mundo desconocido (y no muy amable a veces), será más dificil y mucho más peligroso.
Quiero añadir dos cosas sobre lo que acabáis de leer:
- Considero que he utilizado un lenguaje inclusivo, según las definiciones de la RAE. Es muy difícil expresarse con naturalidad cuando tienes que estar más pendiente del género de las palabras que de lo que transmites. Adoro a todos los peques y respeto a todas las personas por igual.
- Os he contado mi opinión y, habiéndo puesto en práctica todo lo mencionado, los resultados académicos son buenos. Hay muchos estudios sobre la motivación (aquí el mejor :)) que respaldan lo que os he contado y, si opináis de otra forma, también la respeto.
Sé que todos queremos pensar en el futuro de nuestros hijos sin miedo. Queremos confiar en que sabrán decir no a las malas influencias, que sabrán alejarse de las personas tóxicas y que, pase lo que pase, buscarán acercarse a las personas que les trate con el mismo respeto, amor y confianza que les han tratado sus padres.
¡Un abrazo muy grande a todas las familias preocupadas por educar!
Si queréis saber más, me podéis enviar un correo y os cuento 🙂
Y si queréis saber cómo ayudarles a ser más responsables, te lo contamos en nuestro post anterior (click aquí)